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  • Foto del escritorLuz Adriana Lozada

Reflexión Día Internacional de la Mujer Trabajadora “Queremos el pan y las rosas”


Esta frase “queremos el pan y las rosas” fue escrita en una pancarta en el marco de una fortísima huelga textil llevada a cabo por mujeres trabajadoras en la ciudad de Lawrence, Massachussets (USA), en 1912. Desde 1908, estas mujeres reclamaban tener una jornada inferior a doce horas, cobrar los mismos salarios que sus compañeros de fábrica, y trabajar en unas condiciones más humanas. Un grupo inició una marcha pacífica al grito de pan y rosas, mientras otras se encerraron, también pacíficamente, en una nave. El dueño de la fábrica decidió prenderle fuego y asesinar así a estas mujeres. Todas murieron. El pan simbolizaba el sueldo y las rosas la calidad en el trabajo.


Como hemos visto las primeras obreras que abrieron el camino a la igualdad y el reconocimiento de los derechos de la mujer no se contentan con indicar la justicia material, expresada en el salario o el límite horario, sino que también pedían las rosas, unas relaciones más humanas y justas, una sociedad más amable y decente, un reconocimiento del valor de lo inmaterial.


La “justicia del pan” tiene que ver con la redistribución de los bienes económicos y la igualdad de derechos sociales. Pero desde la teoría política feminista y desde el trabajo con mujeres que sufren dominación y exclusión social, hemos descubierto que la justicia también tiene otras dimensiones: el reconocimiento, la participación en la toma de decisiones que afectan a la propia vida, la autonomía y la creatividad, que son imprescindibles para una vida digna y plena. La “justicia de las rosas” alude también al cuidado y a la gratuidad, la abundancia del corazón y la posibilidad de gozar de las bellezas de la vida.


Tenemos que trabajar por la justicia integral. En el libro “Queremos el pan y las rosas” Lucía Ramón explica que El “hambre y sed de Justicia de las Bienaventuranzas de Jesús de Nazaret no se agotan en la subsistencia material, sino que debe ser interpretada también como el hambre de una vida liberada e integra, libre de cualquier forma de dominación, liberada para amar, gozar y crear más vida”.

Por tanto, es necesaria una espiritualidad en la que la contemplación y el gozo de vivir son inseparables de


la compasión activa y el trabajo por la justicia. Una espiritualidad encarnada y de ojos abiertos que encuentra a Dios en el centro de la vida, en la lucha cotidiana por la dignidad de todos y todas, en la acción ecológica por la supervivencia de la Creación. El compromiso para la emancipación de las mujeres que sufren dominación y exclusión debe estar en el centro de una espiritualidad evangélica.


Por ello, el cristianismo nos aporta un profundo sentido de la justicia y de la dignidad de la mujer y el inmenso caudal de creatividad y energía ética y espiritual que proporciona una experiencia religiosa auténtica. El cristianismo nos recuerda que las raíces de la verdadera libertad están en la libertad interior, en el saberse bendecida, en el amor a una misma que se traduce en la compasión por todo lo viviente.


Hay una libertad íntima y radical que nace de la vivencia del Evangelio y que ha alimentado la lucha de muchas cristianas por sus derechos y libertades a lo largo de la historia y lo siguen haciendo hoy.


Así, las mujeres bíblicas son para las mujeres compañeras de camino, referencia y símbolo de nuestra vocación profética. La mirada compasiva de las mujeres del Éxodo nos enseña la sensibilidad por la vida y la ética del cuidado. Como Débora, Julda y María de Nazaret, hemos de amar la Palabra, escucharla, acogerla, hacerla nuestra. Dios solo estará con nosotros si practicamos la justicia y luchamos contra empobrecimiento y la explotación. El amor por las personas marginadas, oprimidas y abatidas es el signo distintivo de os verdaderos creyentes:” Quien no practica la justicia, o sea, quien no ama a su hermano, no es de Dios” (1 Juan 3,10).



Sin esa opción radical es imposible una verdadera intimidad con Dios y una existencia plena, luminosa, que de gloria a Dios y honre su nombre.


Porque ¿Cómo podemos celebrar al Dios de la vida sin la denuncia Profética de la injusticia y sin compromiso social político para combatir la pobreza, discriminación, la explotación en el trabajo y la precariedad laboral? Dios llama a las mujeres y a los hombres a poner todos sus talentos al servicio del proyecto de Dios de construir la comunidad humana sobre las bases de la justicia y la paz, con la fuerza del Espíritu Santo que ha sido derramado generosamente en nuestros corazones.


Tenemos que cultivar una intensa espiritualidad en nuestro compromiso para que otro mundo sea posible.


Tomado de: Secretariado Diocesano de Pastoral Obrera - Orihuela-Alicante

Pan y Rosas


Mientras vamos marchando, marchando a través del hermoso día.

Un millón de cocinas oscuras y miles de grises hilanderías

Son tocados por un radiante sol que asoma repentinamente

Ya que el pueblo nos oye cantar: ¡Pan y rosas! ¡Pan y rosas!


Nuestras vidas no serán explotadas desde el nacimiento hasta la muerte

Los corazones padecen hambre, al igual que los cuerpos:

¡dennos pan, pero también dennos rosas!


Mientras vamos marchando, marchando, innumerables mujeres muertas

Van gritando a través de nuestro canto su antiguo reclamo de pan

Sus espíritus fatigados conocieron el pequeño arte y el amor y la belleza

¡Sí, es por el pan que peleamos, pero también peleamos por rosas!


Mientras vamos marchando, marchando, traemos con nosotras días mejores

El levantamiento de las mujeres significa el levantamiento de la humanidad

Ya basta del agobio del trabajo y del holgazán: diez trabajan para que uno repose

¡Queremos compartir las glorias de la vida: ¡pan y rosas, pan y rosas!

La Pastoral del Trabajo de la Arquidiócesis de


Cali y las Hermanas Juanistas Saludan a todas las mujeres en este día y las invita a seguir luchando por mejores condiciones de vida y más oportunidades. Hacemos un llamado a la sociedad y al estado a buscar mecanismos que tiendan a la equidad teniendo en cuenta que existe un elevado porcentaje de las personas ocupadas en el sector informal son mujeres. El otro trabajo, el del cuidado de familiares y del hogar, sigue recayendo mayoritariamente sobre las mujeres, lo que impide en muchos casos su promoción en igualdad de condiciones en el mercado laboral. Dios les ha dado el derecho a las mujeres a disponer de lo necesario para una vida plena, a buscar y construir un mundo en el que es posible la justicia, la no violencia, la alegría, la vida en abundancia, la plenitud y la participación en la creación. Nota: El libro titulado: “Queremos el pan y las rosas. Emancipación de las mujeres y cristianismo”, de Lucía Ramón. Este libro aborda la situación de las mujeres y sus proyectos de emancipación ante la feminización de la pobreza, la explotación laboral, la discriminación, la violencia y la dominación que experimentan. En él se explora la contribución del cristianismo y las iglesias a la liberación de las mujeres.

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