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  • Foto del escritorLuz Adriana Lozada

¡Detente, el Señor ha Resucitado!


Terminamos el mes de marzo dolorosamente con hechos trágicos de violencia en contra de las niñas y las mujeres en nuestro país. La vida va perdiendo su valor cada día, se arrebata sin más ni más, frente a un estado incapaz de garantizar efectivamente tan siquiera el artículo tres de la Declaración de los derechos humanos: “Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona”.


Tal es el caso del asesinato de la niña Celeste en la ciudad de Cali muerta por una bala perdida de manos de hinchas de los equipos de futbol y la desaparición de la niña Sara Sofía Galván en la capital colombiana. A su vez, nos llena de asombro, rabia e impotencia la determinación que toma el Estado de retirase de la audiencia que se lleva a cabo en la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH,) alegando “falta” de garantías frente al caso de Jineth Bedoya, periodista víctima de secuestro, tortura y violencia sexual por parte de paramilitares cuando realizaba un reportaje en la Cárcel La Modelo de Bogotá. Ella reclama justicia y el estado evade, esto evidencia claramente que para quienes gobiernan les “vale huevo” lo que sufren las mujeres, la justicia para ellas ¡está muerta!


No olvidamos tampoco los menores de edad muertos en medio de combates entre grupos armados y la fuerza pública, estos quedaron en simples notas periodísticas de un día, mientras sus familiares cargan el dolor y la pena; por último, el caso reciente de la fotógrafa antioqueña Diana Quirós, drogada y abusada sexualmente por su colega fotógrafo Daniel Alexander Buitrago, cuya voz valientemente inundó las redes sociales sensibilizando en medio de su dolor, las violencias que sufren las mujeres.


Los casos son innumerables, estos son los más “sonados”, que nos lleva a preguntarnos constantemente ¿Qué está pasando? ¿Por qué para algunos, la vida no vale nada? ¿Es difícil ser mujer, ser niña en este país?


La vida, tanto de los hombres como la de las mujeres es valiosa, es sagrada, dada por Dios y retorna a Dios por medios que sólo él dispone, la teología afirma que la persona viva es la expresión de la gloria de Dios, puesto que ha sido creada de modo irrepetible por Dios y redimida por Jesucristo, de ahí que nadie, absolutamente nadie tiene el derecho de arrebatarle la vida a otra persona sea mujer, hombre, joven, adulto o niño.


Por ello el Papa Francisco insiste constantemente en la necesidad de volver a la fraternidad, a mantener unas relaciones amistosas no solo con el cercano y el querido, sino con el distante y el distinto, con aquel que no piensa igual que usted, es allí donde está el valor fundamental de las relaciones humanas, que, sin estar de acuerdo con el otro, sean capaces de convivir. Y ¿Cuál es este valor fundamental? El valor de la vida. Por eso, Dios dice vehementemente ¡no matarás! Y posteriormente Jesús manifiesta: "amen a sus enemigos”. Alguien podría decir que Jesús está loco… ¡amar a los enemigos, cuando resulta ya tan difícil amar realmente a los que nos aman! y además, para algunos les resulta más fácil quitar a quien le estorba!


Viviremos en este mes de abril la Pascua de Resurrección y es la mejor demostración que Dios nos da sobre el valor de la vida, pues Jesús murió y resucitó por todos y esto no solo es creerlo, sino sentirlo en lo profundo del corazón, Francisco bellamente lo dice: «¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza!». No se trata de una fórmula mágica que hace desaparecer los problemas. No, no es eso la resurrección de Cristo, sino la victoria del amor sobre la raíz del mal, una victoria que no “pasa por encima” del sufrimiento y la muerte, sino que los traspasa, abriendo un camino en el abismo, transformando el mal en bien, signo distintivo del poder de Dios”.


En esto radica nuestra esperanza, que, en esta pascua de Resurrección, Celeste, Sara Sofía, Jineth y Diana tengan justicia, que sus familias sean cobijadas con la solidaridad y la misericordia. Hoy le decimos a todos aquellos que alzan las manos, empuñan las armas y atentan contra la vida de las personas, y en especial de las mujeres y las niñas ¡Detente!, el Señor ha resucitado. Permite que Jesús entre en tu corazón y transforme tus odios y comprendas de una vez, que la vida es sagrada y que la fraternidad es el mejor camino para la reconciliación.

Sea también un momento especial para exigir a los políticos y gobernantes que siempre ponga por encima de los conflictos la vida de todos los seres humanos, que las leyes que cobijan a las mujeres se cumplan, que no derroche los recursos en la compra de armas y que la corrupción no sea su bandera de gobierno.


Por: Adriana Lozada

Coordinadora Proceso Mujeres

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